sábado, 23 de febrero de 2013

La sombra



"Hay vidas que podrian resumirse en un único aliento, 
describirse como el dolor punzante en el pecho o el regusto a sangre en el paladar."
EDON


Era la quinta pelea en la que participaba esa noche.

El crimen se había disparado en la ciudad.
Había conseguido evitar dos violaciones, un atraco con violencia y dos linchamientos de carácter racista.
Se sentia demasiado viejo para el trabajo, el sudor le recorría el rostro debajo de la mascara como un río embravecido.
El sabor de la sangre en la boca, aun le producia arcadas. 
Los músculos, entumecidos bajo el traje de kevlar reforzado, apenas le permitían moverse. 
Lo más difícil era concentrarse en la misión. 
Cuando eligió  llevar una doble vida solo pensaba en proteger a sus seres queridos, nunca pensó en él.
Ni remotamente se imagino abandonar a la mujer que compartia su vida, a la penumbra de su dormitorio, en mitad de un momento de debilidad.

Pero la ciudad sangra y grita y llora.


Su deber es proteger a los más débiles. 

Y en estos momentos, el Dr. Infame tenía un plan, que él desconocía, 
para asolar la ciudad.

Obligado por la misión, se enfundó su traje de cuero negro, reforzado de kevlar, y el discreto antifaz que tan solo le cubría la mirada. 

Abandonó el fragor de la discusión y peinó la ciudad en busca de pistas.
Solo había encontrado maleantes de baja estofa, pero ni rastro del Dr. Infame.
Y mientras, en su casa, en algún rincón olvidado,sucio y mal iluminado, la Mujer Asombro con las manos apretadas contra su vientre, lloraría desconsolada.

Se conocieron quince años atrás, cuando apenas acababan de recibir sus poderes. 
Asombrosa, como se llamaba entonces, era capaz de lanzar rayos láser a través de los ojos. Fue por culpa de un experimento con neutrones y energía Epsilon que no salió como habían esperado. 
La sombra, como aun se le conoce, era un ser extraño y reservado que había recibido un cinturón de los Antheolions, una raza alienigena milenaria, que le había otorgado superfuerza y una gran agilidad.
El cinturón fue destruido años después por Tzul-Hiontahn, líder espiritual de los Tzulonheos, rivales legítimos de los Anthelions.

Desde entonces y ayudado por Mr. Ingenio había creado un traje especial que le daba más fuerza que la de cualquier ser humano y le protegía contra las balas y las armas blancas. Aunque sin su cinturón, era de escasa ayuda para los grupos de superhéroes que se enfrentaban a las grandes amenazas.

Fue entonces cuando empezó a beber, el sabor del whisky pronto amortiguo el dolor de su debilidad. Callando la voz en su interior que envidiaba como Asombrosa había vencido a Kalhumad, el destructor de galaxias, mientras el maldecía la puñalada que habia recibido de un simple ratero.
No la culpaba entonces, pues era su deber como guardiana, pero la envidia es mala compañera y nos cambia y nos lleva a lugares de perdición jamas antes imaginados.
Sin ella pretenderlo lo arrojó a un pozo de inferioridad. 
En su más profundo interior nació un odio hacia su alma gemela, 
que lo consumió por dentro.

Los viajes al fondo del vaso son similares a los paseos en montaña rusa. Repletos de subidas y bajadas.
En una de las subidas trato de estrechar los lazos más incluso que antes, y le propuso aumentar la familia.

Mr. Ingenio les advirtió que las energias Epsilon podían haber alterado el utero de Asombrosa pero no quisieron escucharle.

A las dieciséis semanas, lo que más temían sucedió. 

Como si le hubieran arrancado las entrañas y el corazón a la vez, 
Asombrosa perdió una parte de sí que ya no recuperaría jamas. 

La lluvia abandona el cielo con súbita violencia, 
golpeando las calles, como el martillo del herrero arrea el metal.

El mismo tejido de la realidad se desgarra por las costuras.

La sombra alza la vista y maldice. 

El Dr. Infame ha llevado a cabo su plan y tal vez sea demasiado tarde. 

El fin del mundo tal y como se conocía, no se parecia a nada que hubiese visto antes. 
Las distintas realidades se estaban fusionando en una sola. Ya no existía ni tiempo ni espacio, solo un todo que irremediablemente llevaría a una nada.

La fusión entre las distintas realidades y sus espacios temporales provocaba un reajuste psíquico de cada individuo.
Desorientación, paranoia, alucinaciones, esquizofrenia, vómitos, estertores, angustia, ira, llanto descontrolado, temblores. 

La sombra vio ante si el potencial de todas sus vidas posibles.
Quién fue, quién es, quién podía haber sido, quién será.

Una ola roja bañó las calles.

La extenuación cerebral colectiva, sincronizada con la delicadeza y precisión del trabajo de un relojero, produjo la implosión de todos los cerebros.
 Incapaces de procesar todas las emociones vertidas.

La sangre del mundo baño las calles, ocultando todo lo que fue y podía haber sido.

En el suelo una silueta arrodillada, un hombre que había vivido toda su vida con el mismo tormento en su cabeza.

Un único superviviente, incapaz de entender la locura a su alrededor.

Una vez fue un hombre, después la visión de un hombre. Un espectro sin alma.

Y ahora, y por siempre, en todas las realidades que existieron y existirán, es la sombra; de la que fue y nunca más será, humanidad.